Edades y expectativas
Las edades de sus sujetos van a dictar lo que se puede conseguir de ellos. "Cuando estoy lidiando con niños más pequeños, como bebés que aún llevan pañales, parte de mi trabajo es la contención", confiesa Tamara. "Voy sabiendo que no tienen ningún interés en que los fotografíe, [y] tengo que contenerlos. Así que solo por el milisegundo que tengo, obtengo una expresión que merezca la pena". Contención puede significar hacer un juego de todo o parte de la sesión con el fin de mantener al niño en el lugar elegido de Tamara. O bien puede significar establecer un lugar y mover al niño suavemente "de forma inspiradora, no amenazante" hacia el sitio. "Siempre estoy pensando cómo puedo conseguir no tener que disparar siempre por detrás de sus cabezas. Con respecto a esa edad, bajo mis expectativas acerca de la clase de interacción que voy a recibir y aprovecho rápidamente los pocos momentos que consigo".
De los niños de cuatro a nueve años, Tamara espera obtener gran rendimiento escénico. "Ellos vienen a posar para mí: "mira lo que hago", "mira qué bien lo hago"... Por ello, tengo que estar segura de que capturo esos momentos, además de imágenes más auténticas".
Cuando los sujetos tienen entre 9 y 12 o 13 años, Tamara fotografía a niños que cada vez son más conscientes de cómo se ven y cómo se encuentran. "Se preguntan si salieron guay, modernos, atractivos y si lucirán en Instagram. Por lo tanto, uno de mis trabajos es ayudarlos a sentirse cómodos y seguros de sí mismos, y tomo medidas adicionales para fotografiarlos de manera atractiva porque a esa edad les importa más. Y cuando les muestro que los estoy fotografiando de forma atractiva (porque les preparo la pose y la iluminación), se comprometen de forma más auténtica".
Con los adolescentes, el enfoque de Tamara es ir con la verdad por delante: "Tanto si lo han manifestado abiertamente como si no, soy consciente de que no quieren estar aquí para que les fotografíen". Ella les dirá que está de su lado, marcará la cuenta atrás ("serán solo un par de horas") y empezará a trabajar buscando y capturando micro expresiones. "Se tarda solo un segundo en obtener una risa o una mirada intensa antes de que recuerden que se supone que no me están respondiendo a mí". Ella hablará con ellos, pero evitará mencionar cosas como "¿Qué estás estudiando en la escuela?" que obviamente no funcionarán. "Ellos tienen respuestas y expresiones predeterminadas para eso", explica. Así que, siendo poco convencional, preguntará cosas como su opinión acerca de las leyes actuales del Congreso. La medida de su éxito con los adolescentes es el número de veces que escucha versiones de "No tengo ni idea de cómo has conseguido eso" cuando los sujetos ven las imágenes capturadas en la cámara.
De hecho, Tamara dice: "Cuando ves un vídeo mío fotografiando a niños, no parece que esté capturando nada, pero la cantidad de tiempo que necesito para una expresión es solo 1/200 o 1/1000 de segundo. Entre disparo y disparo, me doy un descanso, sabiendo que solo necesito un ápice de segundo aquí y otro allá; y, si consigo de ocho a diez de estas, es suficiente".